Tal como se relató a Shannon Shelton Miller
Estaba emocionada por estar embarazada de mi primer hijo cuando tenía 29 años. Todo estuvo bien por aproximadamente ocho meses hasta un día en el que fui al baño y el excusado terminó lleno de sangre. Llamé inmediatamente a mi ginecólogo obstetra porque temía que algo podía estar mal con mi bebé.
En la consulta, me aseguró que ambos estábamos bien. Probablemente eran solo
hemorroides o tal vez mi bebé estaba empezando a descansar sobre mis órganos a medida que crecía, causando un poco de sangrado.
Pero síntomas nuevos empezaron a manifestarse. Tenía mareos, dolores abdominales y no podía dormir en la noche. Mi ginecólogo obstetra me dijo que todo esto era normal durante el embarazo. Nunca antes había estado embarazada, así que asumí que eso era lógico.
2016 (foto/ Michael D Images)
El sangrado y la fatiga devastadora no pararon después del nacimiento de mi hijo Cameron. Una vez más, me dijeron que eso era normal para madres nuevas. Mi ginecólogo obstetra solo sugirió cambiar mi método anticonceptivo, a pesar de que seguía teniendo sangrados vaginales y rectales meses después del parto.
Cuando Cameron cumplió 1 año, sabía que algo estaba ocurriendo porque el sangrado no paraba. Esta vez, tuve una consulta con un médico general, quien primero recetó píldoras para un
síndrome de intestino irritable. Emitió una referencia a un especialista GI en caso de que estas píldoras no funcionen, dijo.
Semanas después, tuve que tener una consulta con el especialista porque las píldoras no funcionaron. “Eres
demasiado joven para estar sentada en mi oficina”, dijo. “¿Qué pasa?” Le indique mis síntomas y solicitó una colonoscopía.
Cuando desperté en la sala de operaciones después de ese procedimiento, estaban ahí el doctor y cuatro enfermeras, junto con mi esposo Derrick. La sala parecía estar llena y pregunté qué pasaba.
Mi doctor me mostró fotos de mi colon y me dijo que tenía cáncer.
“No, no lo tengo”, dije. Habíamos establecido una buena relación, así que empecé a reír un poco. “Está bien, ¿qué pasa en realidad?”
Él mantuvo una cara seria. “Nunca bromearía de algo así”, dijo. “Definitivamente tienes cáncer”.
Unas semanas después, mi madre, mi padre y yo nos reunimos con el oncólogo. Entró, se sentó y dijo, “tienes cáncer de etapa 4 y…” Siguió hablando, pero no escuché nada después de eso. Simplemente imaginé que no podía ser algo tan malo como lo que estaba escuchando.
Lo era. Dijo que era un caso realmente raro debido a mi edad y mi buena salud. Las pruebas genéricas no mostraron nada. No teníamos antecedentes familiares de cáncer. Era saludable, practicaba deportes, no comía carne roja cuando crecí y no podía entender lo que estaba pasando.
No quería pensar en el tratamiento en ese momento. Le dije a mi familia que quería ir a la parcela de girasoles cerca de mi casa porque nunca la había visto de cerca. Escogimos unos girasoles y tomamos unas fotos. Era un día hermoso. Después, recogimos a mi hijo de la guardería y lo mantuve en mis brazos el resto del día.
Los últimos siete años han sido muy difíciles. Tuve varias rondas de quimioterapia y cirugías. Después de mi diagnóstico, removieron un pie de largo de mi colon, dos partes de mi hígado y mi vesícula biliar. Estaba muy débil y no podía caminar. Mi hijo no podía sentarse en mi regazo y no podía levantarlo. Ni siquiera podía sostenerlo en mis brazos sola.
El cáncer ya estaba en mi hígado cuando me diagnosticaron. Y, con el tiempo, el cáncer se propagó a mis pulmones y a mis ganglios linfáticos. Aparecieron manchas en todo mi cuerpo, pero se notaba que una en mi talón era más oscura y le pedí a mi oncólogo que la examine. Resultó ser un
melanoma precanceroso. Tuve que someterme a una cirugía para removerlo, fue increíblemente doloroso porque estaba en mi talón y no pudieron adormecerlo. Sacaron una parte de mi talón y no podía caminar, manejar ni hacer algo sola durante cuatro meses. Simplemente estaba indefensa.
2023 (Jommy Photography)
Hubieron algunos momentos alegres durante ese tiempo. Tuve remisión durante la mayor parte de 2021 y 2022, y 2022 fue uno de los mejores años de mi vida. Volví a hacer ejercicio, a hacer pilates, a compartir mi tiempo con amigos y a jugar béisbol con mi hijo, fue maravilloso. Incluso pude interrumpir mi tratamiento. Pero antes de la Navidad de ese año, detectaron cáncer en los ganglios linfáticos de mi pecho. Mis doctores querían iniciar el tratamiento antes de la Navidad y dije que no podía hacerlo. Quería tener una Navidad perfecta primero. Me alegra haberlo hecho porque fue maravillosa.
Empecé nuevamente el tratamiento en enero de 2023 y debo tenerlo por el resto de mi vida. Mi régimen consiste en tres días de quimioterapia en el hospital y en casa y luego no tengo que tener tratamiento por tres semanas. Todavía me mantengo ocupada como directora administrativa de un emprendimiento que se enfoca en la tecnología. Trabajo y viajo mucho, tenía metas personales antes de enfermarme y haré lo más posible para alcanzarlas. Ahora tengo 38 años, Cameron tiene 8 años y trato de disfrutar el tiempo con mi familia lo más posible.
Empecé a compartir mi historia después de ir a un evento de Colorectal Cancer Alliance [Alianza contra el cáncer colorrectal] en 2019. En la cena de ese evento, pidieron a personas de la audiencia que se pongan de pie y compartan sus historias. Había actores y bailarines en el escenario que dramatizaron lo que se decía. Fue genial.
Estaba nerviosa, pero me puse de pie y compartí mi historia. Las personas aplaudían y venían a darme abrazos. Nadie pudo contener sus lágrimas.
A la fecha, nadie sabe por qué desarrolle cáncer de colon ni por qué ocurrió durante mi embarazo. ¿Fue la generación rápida de células que ocurrió para que un nuevo ser humano crezca dentro de mi cuerpo? Esa es la única conexión que se me ocurre porque soy la única persona que lo tiene de mi familia. Puesto que no tengo antecedentes familiares ni factores de riesgo de cáncer de colon, sé que mi temprana edad no fue útil para obtener un diagnóstico temprano.
Es la razón por la que siempre aconsejo a las personas que hagan lo más posible para defender sus derechos con sus proveedores de atención médica porque uno no conoce lo que no sabe. Ningún doctor lo sabe todo. Dile a tu doctor que no saldrás del consultorio hasta que evalúe tu problema en una forma más detallada porque es tu cuerpo y tú sabes mejor que nadie cuando algo está mal.
Este recurso educativo se preparó con el apoyo de Daiichi Sankyo y Takeda.
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